martes, 16 de octubre de 2018

Me cago en tu karma, tsssss

Esta historia va de empatía, de altruismo, cooperación...y de cargarse a Mr. Wonderfull.

Como cada tres meses, entraba por la puerta del INEM con la esperanza de un cambio por pequeño que fuera. Esta vez, su cita era en junio, antes del mediodía, con un calor soporífero que se apreciaba por húmeda sobaquera de quien le expidió el ticket con el numerito.

Número 43. Solamente por delante aún restaban 11 puestos. La sala de espera, abarrotada, únicamente quedaba libre un trozo de asiento ocupado en práctica totalidad por las posaderas rebosantes de una gitana cincuenta que se abanicaba con su currículum plastificado.
Allí de pie, observaba el vuelo estúpido de una mosca. 44, 45, 46, 47...Cuando el cartel digital marcó el 48 nadie se acercaba a la mesa libre. Con las mismas se dijo: <por una vez, voy a ser yo quien se cuele> Así fue, tomó asiento.

- Buenos días, ¿Qué necesitaba? Preguntó la funcionaria.
- Venía a actualizar mi CV con este nuevo curso de inglés que me he sacado.
- Dígame sus apellidos para poder abrir su CV de nuestra base de datos.
- Cambronero Borrachero.
Tras unos segundos de vacilación...
- Aquí estás. Licenciado, curso de auxiliar, máster y ahora con un inglés certificado por Cambridge. Muy bien, acabo de recibir una oferta de jard...

Antes de que pudiera acabar la frase la funcionaria, un hombre en silla de ruedas apareció gritando que se le habían colado mientras señalaba con un dedo.
Con un ostentoso tartamudeo quiso disculparse, pero el caballero con diferentes capacidades le espetó irritado:

-¡Que te levantes ya, hombre!
- Hombre sí, pero no a la mitad como tú. Respondió.

Aquella contestación cayó como un jarro de agua fría. La funcionaria agachó la cabeza y el minusválidos levantó su brazo en un ademán de querer golpearle cuando en realidad lo que quería era espantar una mosca que revoloteaba estúpidamente. Iracundo, decidió responder al gesto del minusválido con una colleja lo que, automáticamente le supuso ser expulsado del INEM y la consecuente declaración en comisaría.

Esa noche la pasaría en el calabozo junto al Chuso, el hijo de la Pepi, al que le había salido mal un alunizaje contra una farmacia.

jueves, 18 de mayo de 2017

PURATÓS, el luchador de Wrestling venido a menos

PURATÓS
Sentado en la butaca sacó del bolsillo de su camisa un paquete de Ducados, se lo acercó a la boca, y sin usar las manos se metió un cigarrillo en la boca.
-Dame fuego, maestro. Y échame otro whisky doble, White Horse con dos hielos.
El camarero extendió el brazo para encenderle el cigarro e inmediatamente después se giró para servirle lo que había pedido.
Eran las dos de la mañana y en el mugriento bar sólo quedaba él, rodeado por cáscaras de cacahuetes y estaba enfrente de un mostrador amarillento tan sucio que ni siquiera permitía ver la clásica tortilla de patatas acartonada hecha desde hacía 20 años. Los chorizos, salchichones y morcillas colgaban como estalactitas de una caverna. Cogió el vaso de tubo y lo empinó agotándolo de un trago.
-Ponme otro. Pero esta vez, no me eches del mierda caballo ese. Échame un Chivas 38 ó 25.
-No tengo. Lo máximo es un DYC de 8.
-Puf. Exclamó. Vaya un bar de mierda. Poniendo énfasis en la primera sílaba de la última palabra.
-Si no te gusta, te vas a un bar de copas. Esto es un bar de barrio. Si lo quieres bien y si no, pues ajo y agua.
-Ajo y agua tu puta madre.

El camarero de recio carácter y grueso físico salió de detrás de la barra hecho un basilisco. La grasa de su pelo le combinaba con la que chorreaba por el delantal. Cogió al hombre por el cuello, le bajó de la butaca y lo sacó fuera del bar de un empujón.
-Mira, hijo de puta; Yo no me levanto a las 6 de las mañana para aguantar a borrachos como tú. Vete a tomar por culo y no vuelvas por aquí.
-Pero cómo no voy a volver si vivo ahí en esa esquina, dijo señalando con el dedo. Comenzó a reírse grotescamente y a caminar en dirección a su casa. Caminaba dando tumbos de un lado para otro, como cuando baila un elefante. Se apoyó en una farola, todo le daba vueltas pero no podía parar de reír. Carpe diem dijo para sí y dio vueltas y vueltas aprovechando las que ya estaba dando su cabeza hasta que cayó al suelo de un tropiezo. Se irguió, sacó otro cigarrillo que se puso encima de la oreja y otro que se puso en la boca. Anduvo hasta que vio a un chino vendiendo latas de cerveza.
-Amigo, dame una latita majo. Y dame fuego. Soltó una carcajada. Le pagó con una moneda de dos euros y se fue sin recoger el cambio. Estiró de la chapa y empezó a beber. La cerveza caía por los lados de la comisura de su boca y desembocaba en su desaliñada e hirsuta barba cana. No le habían encendido el cigarrillo. Bebía y se cruzó de acera por donde no debía. Un coche pegó un frenazo para no llevárselo por delante.
-Mira por donde vas borracho.
-¿Borracho yo? Anda payaso. Contestó y le entró hipo. 

No dejó de beber hasta que llegó a su portal. Sacó el manojo de llaves. Probó todas y cada una de ellas hasta que dio con la acertada, la metió y accionó la cerradura. Pasó al portal y allí aplastó la lata contra su pecho al tiempo que gritaba como un bárbaro. Siguió con el hipo y con la risa mientras subía hasta su casa en el tercer piso. Una vecina del primero se asomó por la puerta. El hombre la increpó de tal forma que la mujer, consternada, se escondió rápidamente en su casa. Cuando el hombre llegó al descansillo de su piso se le apagó la luz. Fue al botón y sin querer llamó al timbre de la puerta de al lado de su casa. Empezó a reírse y a intentar abrir rápido la puerta de su casa. Nadie abrió la puerta donde llamó sin querer. Por fin entró en su casa descalzándose mientras tiraba los zapatos y dejándose caer a plomo sobre el sofá. El olor de su casa era fuerte, pero ya estaba acostumbrado. Tras un rato se levantó del sofá y fue al servicio. Orinó salpicando toda la taza, ya no solo por el tembleque, si no por el hipo. Dijo para sí mismo; esto me lo quito yo fácilmente. Al salir del baño fue a una de las habitaciones. En ella había numerosos trofeos en sendas baldas colocados. Un traje de luchador de Wrestling enmarcado, una cama hasta arriba de ropa sin planchar y un armario. Se aproximó al armario y lo abrió. El hedor a putrefacción casi le hizo vomitar, pero se tapó la boca y salió corriendo cerrando tras de sí la puerta de la habitación.

Fue al pasillo y encendió la tele, justamente estaban televisando una película de porno erótica. Sin pudor ninguno subió el volumen y se dirigió a la cocina, entre risas, hipo y gemidos cogió un pack de 12 latas de cerveza. Las abrazó y acunó cómo si fuera un bebé. Se dirigió al salón, apoyó las latas en la polvorienta mesa y se quitó los pantalones quedándose en calzoncillos. En un arrebato lanzó los pantalones por la ventana. ¡A tomar por culo! Espetó.
Una a una fue bebiéndose las latas, eructando cada trago, llorando al acabar cada lata, y vomitando cada tres. A las sexta lata, con un dolor de cabeza capaz de doblar a un ogro, sacó otro cigarrillo, se lo encendió y se levantó. Aproximándose al cajón saco un VHS “Los mejores momentos de Puratós”. Sopló la cinta y tosió. La metió en el reproductor y rebobinó hasta que oyó el tope.
Dio al play y se abrió otra lata. En ella se veía a un luchador de Wrestling vestido con unas mallas azules, una camiseta naranja con un símbolo de un cigarro estampado, una máscara kabuki con expresión de sorpresa, y una capa negra. Grotesco todo.
En ella salía peleando contra otros luchadores en la época dorada del pressing catch español; Chicano loco, Toro abulense, Mañico Brutico, el desmigajador, el pasapuré o Julk-ian el verdoso. Aparecía también levantando copas y cinturones dorados, abrazando a hermosas mujeres de pechos voluptuosos y turgentes. En fin, buenos tiempos.

Siguió abriendo cerveza pero ya no se reía, solo lloraba por que cualquier tiempo pasado fue mejor. Acabó con todo el pack de cervezas y se dispuso a acostarse. Decidió que lo mejor sería darse un baño. Mientras se preparaba el baño sacó de la pitillera una bolsita. Cogió la cartera y sacó el carné de socio VIP de PK2, un prostíbulo a las afueras de Madrid. Volcó los polvos y con otra tarjeta los acotó hasta hacer una raya. Puso la nariz a escasos centímetros y aspiró los polvos que entraron directos al cerebro. Los polvos restantes se los restregó con el pulgar por las encías y se chupó el dedo.
Terminó de llenarse la bañera y se metió dentro sobresaliendo únicamente la cabeza. El agua desprendía un vaporcillo de calor que empañó los cristales y azulejos. Se encendió un cigarro cayéndosele la ceniza dentro del agua. Apuró hasta la última calada y tiró el cigarro empujándolo con el dedo gordo e índice de la mano. La colilla seguía ardiendo. Se recostó y se quedó dormido.

La casa comenzó a prenderse gracias a la acción de la suciedad, los restos de papelinas, la colilla no apagada y los calzoncillos que dejó tirados en suelo. El humo hizo que se despertara tosiendo. Se levantó sobresaltado y frío, pues el agua se había perdido el calor. Quitó el tapón, y se quedó inmóvil para no salvarse. ¡Satán, llévame contigo! Al poco, Satán se lo llevó. Horas después el fuego había arrasado medio edificio. Los bomberos estaban intentando controlar el fuego y la policía acordonaba la zona. Los sollozos de los vecinos eran indescriptibles puesto que veían como sus pertenencias se volvían cenizas. Cenizas sobre cenizas. A las seis horas después del suceso, ya había amanecido y el fuego consiguió extinguirse. Una docena de policías con otros tantos bomberos comenzaron a registrar los pisos. De uno de ellos sacaron un bebé calcinado con su cuna al lado de un perro y una mujer mayor, de otro un montón de papeles pues era una gestoría.
-¿Hay algo más en el cuarto piso? Preguntó el comisario.
-En el cuarto nada, señor. Pero en el tercero hemos hallado el cadáver de un hombre a medio calcinar en la bañera. He llamado al forense para que le identifiquen.
-Muy bien. ¿Algo más?
-Si señor. Creo que esto le interesa bastante. En una de las habitaciones había cuatro cuerpos despedazados y putrefactos envueltos en bolsas de basura. Los cadáveres son tres hombres y una mujer.
-¿Cómo es posible que el armario no se haya quemado?
-Porque el armario, y el canapé estaban acabados con un barniz ignífugo, señor.
-A ver si llegan ya lo forenses y nos dicen quiénes eran esos fiambres.
Al cabo de un rato, mientras el comisario se acababa su cigarro llegó la policía científica.
-¿Qué tenemos? Preguntó el forense.
-Una vieja, un bebé, un perro. Un hombre y cuatro cadáveres. La vieja y el bebé no me corren prisa. Tanta, quiero decir. Me preocupan más el hombre de la bañera y los cuatros cadáveres.
-Vale, vamos a ello.
Tanto la policía, como los forenses subieron al tercero y estuvieron intentando recopilar pruebas. La cinta VHS, pelos de los cadáveres.

Transcurridas cuatro semanas de investigación se supo que el que provocó todo era Paco Rodríguez Santos, ex luchador de Wrestling conocido como Puratós gracias a que había una copia del VHS que había estado viendo Puratós antes de ir al baño. Las otras cuatro víctimas correspondían a Macario Yáñez Pinzón, Hakim Al-Alili, Santiago García Toral y Rosario Bermúdez respectivamente; representante, camello, amigo y ex mujer del susodicho Paco Rodríguez Santos.

20 años atrás. La escena era indescriptible. Diez mil personas jadeaban el nombre de Puratós. En ese momento, el presentador, un tipo engominado entró en el estadio. Entró llamando la atención del mundo, chistándolo.
¡CHTS! ¡Señoras y señores. Damas y caballeros. Niños y niñas. Miembros y miembras de este público sensacional de Madrid! Estamos aquí hoy, preparados para ver el combate entre estos titanes del ring del wrestling. Por un lado, con 2 metros de altura y 150 kilos de carne, vistiendo con un traje de cuero ajustado a juego con su bigote y una pechera hecha con el tapacubos de un Suzuki Vitara: el increíble, el inigualable: Aquíles pecholata.

En ese momento, de una de las puertas salió un gigante secundado por tres hombres que lo acompañaban, uno llevaba le llevaba el agua, el otro hacía ademán a la gente para que rugiese y el último llevaba un cinturón dorado. En él figuraba la inscripción; CAMPEÓN PESO PESADO. El hombre gigante se acercaba al ring. Cada paso era como un terremoto. Parecía que se iba a resquebrajar la tierra. Enfiló el ring y subió. El presentador le pasó el micrófono. El gigante tenía voz chillona totalmente discordante con el resto de su cuerpo.
-Soy el campeón actual y no voy a dejar que un mierdecilla me arrebaté mi título. La gente comenzó a reírse a carcajadas por lo cómico del momento. El gigante, abochornado comentó; el que ríe el último ríe mejor.

El presentador le cogió el micrófono, se enjuagó la boca con su saliva. La paladeó y comenzó la presentación del otro contrincante; Con metro ochenta y siete de altura, 110 kilos de pura masa repartida entre músculos que ni siquiera conocíamos…Desde aquí, Madrid, con todo el apoyo de su público y con ganas de ganar su primer cinturón de wrestling….Con ustedes el hombre capaz de comerse un jabalí, y luego desayunar, para irse a entrenar y caber en esas mayas azules, el más oriental de nuestros luchadores…Paco Puratós. En ese preciso instante el hombre con mayas azules, y la máscara kabuki entró haciendo deslumbrar con su camiseta naranja fluorescente. Paco Puratós salió de la puerta tras el humo que le habían puesto los operarios técnicos. Comenzó a avanzar hacia el ring acompañado de su inseparable representante; Macario Yáñez. Éste último parecía decirle cosas motivadoras al oído. Poco a poco se acercaba, los flashes le deslumbraban, los niños le gritaban, y entre la multitud un grupo de mujeres que mientras gritaban enloquecidas se levantaron las camisetas y agitaron sus pechos. Los aplausos del respetable dejaron la dirección de Puratós para tornarse hacia los pechos del grupo de mujeres. En ese preciso instante un grupo de seguratas bajó por las escaleras hasta las tribunas y se disponían a sacarlas por la fuerza. Las mujeres, mientras eran cogidas por el personal de seguridad jadeaban el nombre de Puratós. Los pasos al ring eran cada vez más cortos, hasta que llegó a las escaleras. Subió el primero, el segundo, y el último. Cruzó por debajo de la segunda cuerda y entró en el ring. Los aplausos no cesaban y el presentador se acercó. Le pasó el micrófono y Puratós lo cogió.
-Solamente te diré que ese cinturón quedará de lujo en mi atuendo. La gente con sus aplausos subió un tono más. Con los rugidos del respetable, Puratós se vino arriba.
-Hoy, aquí va a haber rock and roll. Aquíles pecholata le quitó el micrófono de las manos.
-Rock and roll en el que yo seré la guitarra, y tu las niñas que gritan para que haga un solo. El público enmudeció y empezó a silbar a Aquíles.
-¿Lo oyes? El público está conmigo. Replicó Puratós. Esta noche voy a partirte la guitarra en la espalda. Soy tan duro y contundente como la batería. El público coreó su nombre durante varios minutos hasta que el presentador haciendo gestos de disminución consiguió calmar al tendido.
Chts. Chts. ¿Vosotros queréis ver el mejor combate de la historia? Se refirió al público. Pues esta noche lo tendréis. Sin más dilación. Aprieten sus nalgas en los asientos, no pestañeen, así, no queda nada. ¡Qué comience el combate! Sonó un redoble de tambores y una campana con tres toques.
Las dos moles se abalanzaron la una a la otra agarrándose mutuamente la cabeza. Puratós propinó un cabezazo a Aquíles que devolvió otro con la misma dureza. Los puñetazos iban y venían como trenes en hora punta. Uno. Otro. Otro. En uno de los golpes Aquíles agarró el puño de Puratós y lo retorció. Puratós se vio obligado a girar en la dirección del brazo para deshacerse de la llave. En un instante Puratós estaba postrado y recibiendo rodillazos en la frente. En ese momento cuando había recibido ya varios golpes, con la cabeza, Puratós golpeó la entrepierna de Aquíles que cayó doblado de dolor. Para cuando el caído estaba retorciéndose, Puratós se subió a una de las esquinas del ring. Se acercó la mano a la oreja e hizo ademán de no oír al público y cuando éste empezó a corear su nombre este decidió contar con los dedos de su mano derecha levantada al aire. Uno, dos, y al decir el número tres saltó en plancha hacia su rival el cual para cuando Puratós estaba volando, ya se había levantado y se apartó. Puratós se dio un barrigazo contra la lona. Se retorcía de dolor y Aquíles era ahora el que enmudecía al público. Se le acercó y le cogió del pelo y le daba golpes contra el suelo del ring. Un golpe. Dos. Tres. En el cuarto se incorporó y levantó los brazos a modo de victoria enseñando bíceps. Rugía Aquíles, y el público silbaba. Pero el malestar del tendido cambió cuando vieron levantarse a Puratós por detrás y enganchar como un pulpo a Aquíles. Lo tenía agarrado por detrás, a su completa merced. Puratós golpeó a Aquíles en los talones. Éste cayó rendido, y Puratós se elevó de un salto por encima de él, recorrió el ring y se hizo rebotar contra las cuerdas para así quedar de frente a Aquíles y con el impulso lanzarse contra su rival. El público gritaba ensordeciendo cualquier otro ruido. Rugía y coreaba el nombre de Puratós. Una y otra vez así hasta que Puratós, con su rival caído, se sentó en su tripa impidiéndole levantarse. El árbitro subió al ring. Contó hasta tres; uno. Dos. Tres. El público estalló de alegría, el árbitro cogió los brazos de Puratós y se los levantó a modo de victoria. Puratós y el colegiado dieron una vuelta de 360 grados sobre su cuerpos para que todo el mundo pudiese ver al ganador del nuevo campeonato de los pesos pesados. Cuando iba a acabar de dar la vuelta entró en escena el presentador.


Damas y caballeros, con todos ustedes el nuevo vencedor de los pesos pesados. El titán, el animal, el bestial, el brutal, el sin igual PURATÓS. En ese preciso instante dos mujeres despampanantes, una rubia y otra morena subieron al escenario. Sus camisetas eran tan cortas que se les veía la parte baja del pecho y un trozo de canalillo. Llevaban una minifalda a cuadros negros y rojos y portaban el cinturón dorado que había traído Aquíles pecholata. Ambas mujeres se le acercaron y simultáneamente le besaron en sendos mofletes. Puratós se sentía en el paraíso. Una de ellas le susurró al oído, luego quédate en los vestuarios. Puratós se puso como una moto. Excitado por el comentario y por los cánticos con su nombre.

El vencedor enfiló su vestuario con la alegría característica de haber ganado un torneo mundial. Al llegar a su vestuario vio como dos hombres y una mujer mantenían relaciones sexuales en la ducha. Entre ellos su camello, su amigo y su mujer. Sin pensarlo dos veces Puratós se avalanzó sobre los cuerpos desnudos e indefensos propinándoles una paliza que los mató al instante. Su manager entró al vestuario sin llamar y se quedó paralizado ante la grotesca escena. Puratós cargo también contra noqueándolo y matándolo de una mala caída. Su carrera murió el día que había llegado a la cima. 

lunes, 27 de marzo de 2017

Homenaje a Miguel Hernández

Este 28 de marzo conmemoramos en 75 aniversario del asesinato de Miguel Hernández, y como dijo Pablo Neruda; “es deber de España recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad”. Por ello haremos un pequeño recorrido por su biografía, comentando también los aspectos literarios del momento histórico cuando los escribió. El post, para ser mi estreno, es una revisión bibliográfica con estructura biográfica. Iré subiendo poco a poco más artículos sobre el poeta.

Miguel Hernández nace en Orihuela el 30 de noviembre de 1910 en el seno de una familia humilde, alejada de la pobreza extrema que se suele señalar cuando se habla del poeta. El padre era un tratante de ganado de un gran rudeza tanto física como intelectualmente. La madre, como era costumbre en la época se encargaba de la casa y cumplía con creces la labor de mimar a su tercer retoño. Miguel Hernández estuvo escolarizado hasta los catorce años cuando su padre le sacó de estudiar para ponerle a trabajar pastoreando las cabras y repartiendo leche. Este ambiente rural, con fuerte tintes eclesiásticos influye sobre manera en los primeros conocidos del poeta:

En cuclillas, ordeño
una cabrita y un sueño
glú, glú, glú
hace la leche al caer
en el cubo (…)

A medida que el poeta crece se va rodeando de un círculo de amistades que le irán proporcionando la ayuda necesaria para que Miguel se construya literariamente de forma autodidacta. Entre esos amigos que se reúnen en la tahona Fenoll los domingos por la tarde está José Marín, alias Ramón Sijé. Fuera de las tertulias, sin lugar a dudas la figura de Luis Almarcha destaca porque invitaba a Miguel a su biblioteca para que cogiera libros. 
Conseguido cierto prestigio en su Orihuela natal, y habiendo ya publicado pastoril en el Pueblo de Orihuela, decide ampliar horizonte y marchar a buscar suerte en la capital. Con el esqueleto básico de los poemas de Perito en lunas en su cuaderno, parte a finales de 1931. El ambiente republicano, el ajetreo inundan la estancia del poeta en la capital. Se mueve de aquí para allá buscando colocación que le permita ganarse la vida, y escribir a la vez. Este primer viaje tuvo un resultado nefasto en cuanto a su objetivo de encontrar trabajo, pero literariamente le sirvió para enriquecerse literariamente.

Al regresar a Orihuela encuentra un trabajo que le permite ganar dinero y seguir escribiendo y a comienzos de 1933 publica Perito en lunas (o poliedros, como se iba a llamar originariamente). Este primer libro le supuso menor prestigio del que él creía que le iba a proporcionar llegando incluso a decepcionarse por las horas empeñadas en el trabajo. Federico García Lorca, le instó a seguir luchando y aprendiendo. Perito en lunas, con una excelente poesía clásica que poco tiene que ver con la que están haciendo los grandes nombres de 27.

Para cuando inicia su segundo intento de buscar colocación en Madrid, el poeta ya había iniciado su romance con Josefina Manresa, no obstante, parte hacia la capital, esta vez más enrarecida que cuando la visitó la otra vez. Ahora, el gobierno republicano de los socialistas ha dejado paso a la CEDA, que comienza a dar marcha atrás en todas las reformas promovidas. La intelectualidad de la época no se esconde y apoya a los partidos más progresistas. El amor rural, sencillo, casto y puro, de Josefina, en contraposición al amor carnal con Maruja Mallo, una de las mujeres bandera de la generación de oro femenina del 27, le sumerge en una revolución hormonal e ideológica.

Te me mueres de casta y sencilla;
estoy convicto, amor, estoy confeso
de que raptor intrépido de un beso,
yo te libé la flor de la mejilla

Miguel Hernández va entrando en los círculos literarios de Madrid, y sus circunstancias amorosas se reflejan en una simbología de elementos duraderos en el El rayo que no cesa, como son las huellas, puñales, rayos. La relación con Ramón Sijé se resquebrajó por la diferencia ideológica de ambos escritores, mientras Sijé derivó hacía el fascismo, Miguel giraba en sentido contrario, aunque la amistad no entiende de ideas políticas. Es por ello que dentro de este conjunto de poemas está la elegía a Ramón Sijé compuesta a propósito de la muerte de éste el 24 de diciembre de 1935. Estos versos le valieron a Miguel la admiración de Juan Ramón Jiménez:

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero
que tenemos que hablar de muchas cosas
compañero del alma, compañero.

En julio de 1936 comienza la guerra civil, y en los primeros compases, el padre de Josefina Manresa es asesinado por milicianos en Elda. A pesar de ello Miguel defiende fervientemente la causa del pueblo, que en este caso, se mantuvo fiel a la República. Miguel se alista en el Partido Comunista el 23 de septiembre junto con su cuñado, aunque probablemente el poeta nunca cogiera un libro de política, pero el Partido Comunista representaba la armada oposición más fuerte al bando sublevado. Pero realmente lo importante, es que la poesía en ese momento requería una épica, y un lirismo bélico que sirviera de arenga, y Miguel supo adaptarse a las necesidades de su causa y su cargo como comisario político, director de la revista del frente, y participante el programa de Altavoz en el frente. Por ello su poesía adquiere en Vientos del pueblo un tono combativo y optimista. El compromiso que adquirió Miguel con el pueblo le hizo pasar a ser llamado como el poeta del pueblo y ser muy querido entre la gente más llana.

Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta
muerto y veinte veces muerto
tendré apretados los dientes
y decidida la barba

A medida que la contienda avanza junto con la inexorable victoria franquista, la poesía de Miguel se vuelve más íntima y pesimistas. Influencias no solo por el devenir bélico, si no la muerte de su primer hijo, Manolillo, aunque la pareja esperaban otro que llegó a principios del 39. Estos reflejos se proyectan en el hombre acecha al hombre cuando también, entre otras cuestiones, Miguel fue designado para encabezar a la representación española en el V certamen de teatro soviético en Rusia.
Acabada la guerra y derrotado el bando republicano comienza la huída masiva de intelectuales, y Miguel buscó asilo en la embajada chilena, y en casa de diferentes amigos partidarios del nuevo régimen que comenzaba. No obtuvo ninguna respuesta positiva y decidió encaminarse a Portugal donde es detenido en la frontera por la policía portuguesa y entregado a la Guardia Civil dando comienzo a todo un via crucis penitenciario que le llevó a recorrer cárceles en Palencia, Madrid, Ocaña, Sevilla, para acabar finalmente en el reformatorio de adultos de Alicante. Literariamente es la época del cancionero y romancero de ausencias, título que él puso a la composición pero que nunca vio publicado. Es una poesía más intima, y pesimista anegada ya de toda esperanza.

No, no hay cárcel para el hombre.
No podrán atarme, no
este mundo de cadenas
me es pequeño y exterior.
¿Quién encierra una sonrisa?
¿Quién amuralla una voz?

Enfermo entra en el reformatorio de adultos de Alicante. Su familia era la encargada de pagar para la medicación, la situación insalubre de las cárceles y la negligencia médica a la hora de tratarle fueron desencadenantes para su muerte. El régimen, buscando la legitimidad exterior, a los presos como Miguel, los dejaba morir, cuando no los fusilaban. Antes de fallecer, lo último que hizo en vida fue casarse por la iglesia para que Josefina no quedara al descubierto y fuera reconocido su matrimonio, pues Franco ilegalizó todos aquellos que no eran eclesiásticos, y con la pena de no ver a su segundo hijo antes de fallecer, a las 5:30 de la madrugada del 28 de marzo de 1942 se apagó la llama de una de las figuras más importantes de la literatura española, ya no del XX, sino de toda la historia.

Del poeta quedó, además de su recuerdo y sus letras inmortales, un mono, una camiseta, un jersey, una camisa, un calzoncillo, una funda de almohada, una manta, servilletas, un bote, calcetines y una cazuela. Sin duda, el compromiso social, el origen humilde y el romanticismo que recubre su vida hacen que coincidamos con Juan Ramón Jiménez, quien tildó a Miguel de héroe de la guerra.

Autor: Francisco Tello Cobos

Bibliografia;

Ferris, José Luis. Miguel Hernández. Pasiones, carcel y muerte del poeta. Temas de hoy. 2002.

Gibson, Ian. Cuatro poetas en guerra. Planeta. 2008

lunes, 13 de febrero de 2017

Mi abuela, mi cielo

Sangre de mis sangres
heroína de la vida
de la mía, y de cuatro más.
Tu no te acuerdas,
pero sé que me recordarás

Andaluza de nacimiento
madrileña de migración
diosa con mucho aliento
abuela de mi corazón

Mi risa feliz te hacía
y si la luna yo quería
Bajabasla sin tontería,
porque tu amor es escorrentía
de amor, valentía y
que no falte, tu alegría

La revolución no es hombre.
La revolución es vida, y
femenino tiene el nombre
se llama abuela, mi abuela María

domingo, 27 de noviembre de 2016

Hegel es la puta verdad

Ese día Pericles estaba un poco molesto. Se levantó de su cama extenuado y dolorido, con un malestar que algo le hacía sospechar. Davidopoulos, vago como siempre, tardó horas en levantarse. Nada más poner pie en el suelo Davidopoulos hizo su ritual: calzarse la zapatillas de estar por casa, ir al servicio, mear, cagar y bostezar. En este orden, sin alteraciones. 
Pericles lo esperaba impaciente en la cocina, con ganas de desayunar, ambos tomaron su reglamentaria taza de café

Habiendo acabado de desayunar, la pereza inundó a Davidopoulos, que como buen hedonista dejó rienda suelta a sus apetencias y se tumbó en la cama volviéndose a dormir. Esto no gustó a Pericles que farfullaba por lo bajo: - "Puto vago, no se mueve ni con agua hirviendo". Pericles aguantó una hora leyendo un libro para ver si Davidopoulos se despertaba, pero fue en vano. Pasada la hora decidió desaparecer.

Davidopoulos, mientras, soñaba felizmente con historias de caballeros, de princesas con grandes pechos y dientes de León malvadísimos. Era feliz, su fase rem era el único momento del día en el que se encontraba feliz.

Pericles regresó de la calle. Al entrar observó que Davidopoulos dormía, y que no tenía la intención de despertarse. Pericles continuó leyendo sus escritos sobre fenomenología hegeliana. Era algo normal en su vida, pero no en la de un mono cualquiera. Pero Pericles no era un mono cualquiera.
Las horas pasaban y Pericles entendía que el placer y la alegría que genera la exploración del saber, para Hegel, está en la búsqueda de la verdad. Ésta frase fue la que cambió la vida de Pericles. Comprendió que era un instrumento de Davidopoulos, que le utilizaba, y más triste aún, que le trataba como a un humano cuando era un primate.

Pericles reflexionó; verdad, subjetividad, Davidopoulos, hijo de puta, mentiras, primate, experimento....las palabras le pasaban por la cabeza como un carrete de imágenes y de repente; desde el otro extremo de la casa se oyó una voz: ¡PERICLES, TRAEME AGUA, MI QUERIDO AMIGO PELUDO!

Esas palabras resonaron en Pericles; el mono, obediente se levantó, pero sus dientes iban rechinando y temblorosos no le dejaban articular palabra. Llegó a la cocina, llenó un vaso de agua y se dirigió al dormitorio. Le dió el vaso a Davidopoulos, éste lo bebió y cuando acabó miró al mono y le dijo: ¡ALE, PRIMATE, YA PUEDES MARCHARTE! Pericles se giró y enfiló el pasillo. Se encerró en su habitación y se ensimismó en sus pensamientos. Lloró. Durmió, no sin despertarse sobresaltado en numerosas ocasiones siempre con las palabras de Davidopoulos y las de Hegel.

Pericles se levantó temprano, obviamente mucho antes que el perezoso de Davidopoulos. Eso le gustó, porque podría llevar a cabo el plan que urdió por la noche. Se levantó de un salto sabiendo que ese era "EL DÍA". Fue al baño, se acicaló, y se puso un traje que compró el día anterior. Davidopoulos aún dormía. Pericles se dirigió a la cocina, se preparó un café bien cargado y esperó, mientras ponía en su aparato de reproducción un tema que le venía al pelo: Prometeo de Extremoduro.

Davidopoulos se levantó con el hilo musical de fondo, lo cuál le enfureció. Ese día no hizo su ritual y fue directamente a ver que hacía su amigo peludo. Davidopoulos sabía que algo había cambiado. Entró en la cocina y vió al mono allí sentado, altivo, pletórico, más psicópata que nunca. Davidopoulos se refirió a él: ¡Pericles! ¿PORQUÉ NO ME HAS ESPERADO?

Para cuando quiso acabar Pericles se avalanzó sobre él. Le golpeó con dureza en la sien repetidas veces. Davidopoulos consiguió zafarse de él y arrastrarse escasos 30 centímetros. Pericles, sacó una beretta 9 milímetros y la puso en la frente de Davidopoulos. Pericles subió el volumen de la música y cantó al son de la canción: "me revuelco por el suelo y me revienta la polla" y disparó el arma en dirección a la rodilla de Davidopoulos que gritaba como un cerdo preparándose para su San Martín. Pericles disparó una segunda vez, esta contra el codo de Davidopoulos que se desmayó del dolor. La canción acabó, el mono rió complacidamente, se miró al espejo, se bajó el pantalón y cagó en el suelo. Como buen primate jugueteó con su mierda hasta que la lanzó contra el cuerpo inerte de Davidopoulos que sangraba dejando un enorme charco que parecía adquirir la silueta de una flor de cerezo.

Antes de irse, el mono, por si despertaba Davidopoulos, escribió en la pared con la mierda: HEGEL ES LA PUTA VERDAD

Con la colaboración de mi gran amigo Davidopoulos. Ai loviu broder.

viernes, 28 de octubre de 2016

El Señor de los Anillos como recurso didáctico

Este artículo se fundamenta principalmente en la II G.M y en cómo podemos usar la obra cumbre de J.R.R Tolkien, El señor de los anillos, para impartir una clase de historia de una forma más dinámica.
Todos conocemos de una forma más o menos íntegra la historia de la guerra más cruenta de todas las guerras, que redujo la población mundial en un 2% dejando tras de sí más de 50 millones de muertos. El problema como historiadores y profesores de dicha materia es cómo hacer de este periodo inolvidable, un aprendizaje imborrable.

Antes de entrar en materia, comentar que Tolkien, luchó en la Primera Guerra Mundial, y la segunda la vivió como padre de dos hijos que luchaban; uno en la RAF, y otro en Sudáfrica. Los estudiosos de la figura de Tolkien sostienen que no existen influencias directas de la guerra en la obra, pero yo pienso, como Ortega y Gasset, que el hombre no se entiende sin sus circunstancias. Por esto el hilo conductor de los hechos de la II Segunda Guerra Mundial en una línea temporal, como si de un cuento se tratara, coincide con los sucesos de la Guerra del Anillo de la tercera Edad que narra Tolkien en la trilogía de El señor de los anillos.

Como todos sabemos la literatura de Tolkien se caracteriza por tener un narrador omnisciente, capaz de estar presente cuando Boromir es asaeteado o cuando Gandalf fuma hierba en la Comarca, para ello debemos conseguir contar la II Guerra Mundial con el mismo punto de vista, que los alumnos sean capaces de imaginarse a un chico alemán desfilando por Austria, como a un prisionero liberado por los aliados en el 45. Siempre poniéndose en la piel de aquel que es protagonista del suceso.

Durante el Señor de los anillos ocurren una serie de sucesos similares a los acontecidos en la II Guerra Mundial. Bien es cierto que este experimento fue realizado con el visionado de ciertas escenas de las películas, pero la intención a largo plazo es hacerlo con los libros.
Sabido por todos es que la II Guerra Mundial tiene como una de las causas principales la desmilitarización de toda Alemania tras el Tratado de Versalles. Casualidad que el Señor de los anillos acabe la II Edad con la derrota de Sauron, un personaje que reconstruyó Mordor y reinició una nueva guerra. Pero siguiendo la trama de la II G.M nos acercamos al pacto italo-germano representado por la unión entre Saruman y Sauron. Es en este momento en que hay que hacer un inciso y explicar que fueron los propios alumnos quienes dedujeron esta alianza; la pregunta se lanzó al vuelo y fue respondida con total rotundidad. No hubo dudas.

Para continuar con nuestro recorrido hemos de detenernos ahora en la entrada de Rusia en la guerra. Históricamente sabemos que la ruptura del pacto germano-soviético de no agresión por parte de Hitler unido a sus ansias expansionista condujo a la entrada a la URSS en la guerra. Su paralelismo en la guerra del anillo lo encontramos en el ataque de los Ents a Isengard. Como Rusia, los Ents únicamente entran en la guerra cuando sufren la afrenta del enemigo. En el caso de la IIGM cuando Hitler comienza la “Operación Barbarroja” y los Ents cuando ven que gran cantidad del bosque de Fangorn ha sido talado.

Por último la parte final de la guerra del anillo es la que más analogías guarda con el periodo que venimos comentando. En 1943 los aliados firman en Teherán un pacto por el que Estados Unidos intervendría militarmente en la guerra, y es más lo haría de forma terrestre a través de Francia. Mientras tanto en el mundo Tolkien, Pippin sube a la almenara más alta de Minas Tirith para encenderla y que ésta sirva de petición de ayuda a Rohan. Los aliados se movilizan y por su parte los jinetes de Rohan también. Minas Tirith está asediada, como Francia y los aliados cargan produciéndose una batalla épica, por un lado tenemos la batalla de los campos de Pelennor, la más épica de la literatura fantástica. Por otro encontramos el desembarco de Normandía. Al final de estas batallas vemos que los ejércitos invasores comienzan su retroceso y el comienzo de su derrota.

Por último, la II GM acaba en Berlín, la casa del enemigo, a las puertas del Búnker de Hitler. El Señor de los anillos acaba con los pueblos unidos haciendo frente a Sauron en la Puerta Negra en la batalla de Morannon. Al final, como en toda historia clásica “el bien” se impone al “mal”. En este sentido es importante resaltar a los alumnos, que en la guerra no hay ni buenos ni malos. El trabajo es muy criticable desde el punto de vista positivista, pero está pensado como elemento dinamizador en la enseñanza de la historia.

jueves, 7 de mayo de 2015

Carta de un soldado de la primera guerra mundial

Mi querida Louise:
Te escribo desde mi trichera fría y húmeda en Verdún, porque eres la luz que me ilumina en esta oscuridad. Me gustaría saber cómo te encuentras y cómo se encuentra nuestro hijo, ya que es lo que aquí me mantiene con fuerzas.
Estamos a 25 de febrero, a tres semanas de mi vigesimo sexto cumpleaños y querría estar contigo, pero mi patria me necesita, aunque no sé muy bien por qué nos han llamado a filas. Aquí se habla algo de un príncipe austriaco asesinado: ¿Tú sabes algo?
Hace cinco días que llegamos a Verdún y aún no ha parado de llover ni de haber niebla. Hace demasiado frío y no hay suficientes mantas para todos. Yo he tenido que coger la de Julien, que murió ayer de disentería.
El nuevo comandante, Philippe Pétain, me ha destinado al regimiento de artillería y gases. Tengo mucho miedo porque los gases son letales, por eso llevamos estas especies de vozales con respiraderos.
Pasado mañana tenemos previsto avanzar varias lineas y acercarnos a los alemanes e intentar expulsarlos de sus trincheras. Hemos oído que tienen un arma que escupe fuego, lo llaman lanzallamas. Podrán tener todo lo que quieran , pero no el coraje y valentía que demostró el coronel Émile Driant muriendo antes de ayer con sus fusileros para que nosotros nos replegáramos.  ¡No nos vamos a rendir, hoy no!
Tengo muchas ganas de volver a casa para comer en condiciones y no el pure pastoso de aquí. No veo el momento de volver abrazarte, ni de acariciar a mi yegua Philomena.

Sin más, espero verte pronto; Eternamente tuyo: Raimond